Thomas Sowell ya señaló la falsedad de la llamada trickle down theory, conforme a la cual la rebaja de tipos marginales en el Impuesto sobre la Renta beneficia en última instancia a los pobres mediante un extraño mecanismo de “goteo”. En realidad, los beneficia en primera instancia, por las mayores inversiones a que da lugar. Una forma distinta de ver el truco del trickle es en la economía del desarrollo, donde a menudo se insiste en que el crecimiento, si es acompañado por una mayor desigualdad, no beneficiará a los más pobres. Contra este truco escribe Deepak Lal (The case for trickle-down, Business Standard, 2013, http://goo.gl/gGdyJ).
Su estudio comparativo de 21 países subdesarrollados en la segunda mitad del siglo XX, que realizó junto a otro destacado economista, Hla Mynt, apunta que la mayor igualdad no favorece necesariamente a los más necesitados. “La reciente experiencia de India y China demuestra que, a pesar de la mayor desigualdad, el rápido crecimiento no simplemente ha ‘goteado’ hacia los pobres, sino que los ha inundado, produciendo la mayor mejoría de la historia entre los más pobres”.
El pensamiento único insiste en que si hay más desigualdad esto perjudicará a los pobres y las clases medias. La primera clave para desmontar el camelo es seguir el antiguo consejo de Adam Smith, y distinguir entre “una mayor desigualdad que forma parte del proceso de crecimiento normal –donde las rentas empresariales suben debido a unas fuerzas de mercado no distorsionadas– y una derivada de diversas formas de búsqueda de rentas”. Esta última está injustificada.
La evidencia empírica no sugiere correlación sistemática entre crecimiento y desigualdad, apunta Scott Winship para el caso de EEUU (http://goo.gl/9xyOW). Es verdad que la desigualdad aumenta desde los años 80, en contraste con las tres décadas precedentes, en las cuales los pobres y la clase media mejoraron más que los ricos, pero los ingresos de la mayoría de los estadounidenses no se estancaron en absoluto: “La familia media en EEUU tiene hoy casi el doble de poder adquisitivo que la de 1960”.
Deepak Lal sostiene que en las regresiones de los estudios econométricos que apoyan la tesis de que la mayor desigualdad perjudica el crecimiento hay abundantes problemas de identificación para determinar la causalidad. A lo largo del siglo XX no hay relación entre cambios en la desigualdad y crecimiento económico en EEUU y otros doce países desarrollados, pero entre 1960 y 2000 la mayor desigualdad estuvo asociada con un mayor crecimiento.
Parecidos problemas de identificación, por último, aquejan a otra de las tesis típicas de la corrección política: la idea de que la mayor desigualdad inhibe la movilidad social. Deepak Lal critica esta idea de lo que Alan Krueger denominó “la curva del Gran Gatsby” para medir los niveles de desigualdad frente a la movilidad intergeneracional, y alega que la causalidad está lejos de ser una evidencia incuestionable.