La expresión inglesa “rob Peter to pay Paul”, como nuestro refrán sobre desvestir a un santo para vestir a otro, sugiere la falsa solución de algún problema, por ejemplo, pagar una deuda con otra. El origen de la frase puede remontarse al siglo XIV, o incluso antes, dada la cercanía y similitud entre ambos santos, que comparten festividad el 29 de junio. Pero se populariza a raíz de la política, cuando Enrique VIII concede la categoría de Catedral a la Abadía de Westminster, y alude a los fondos destinados a la Abadía, dedicada a San Pedro, que se desviaban a la Catedral de San Pablo.
En realidad, nada de la expresión atañe a los ciudadanos. En efecto, nosotros no podemos robarle a Pedro, ni a nadie. El robo es un delito milenario, y un muy antiguo pecado que Dios grabó en sus Tablas de la Ley. Robar tiene graves consecuencias para el asaltado, pero también para el asaltante. Entre la moral, la religión y el derecho, la mayoría de las personas no roba porque tiene un triple incentivo para no hacerlo: ético, social y legal. Asimismo, las personas tampoco recurrimos al endeudamiento como mecanismo de refinanciación de nuestras deudas: lo normal es que las paguemos, y que tengamos cuidado para no tener muchas. Si numerosas personas no se comportan así, la explicación suele estribar en incentivos provocados por las autoridades, como el abaratamiento artificial de los tipos de interés.
El papel de los Estados
El Estado, en cambio, se dedica masivamente a la redistribución, es decir, quita a unos para darle a otros (a veces, a los mismos). Dirá usted: ¡no es un robo! En efecto, no lo es porque es legal, pero en los demás aspectos se le parece. Ya dijo Bastiat que el Estado es aquella institución que hace cosas que si las hiciéramos nosotros iríamos presos… Y en cuanto a la deuda, nadie se endeuda más que los Estados, y además nadie impaga más voluminosamente que ellos, porque pueden declarar el default, provocar inflación para licuar sus pasivos y renovar su deuda indefinidamente, de modo de no amortizarla jamás.
Dos escritores ilustran el tema. Rudyard Kipling habló en The Gods of the Copybook Headings de “robbing selected Peter to pay for collective Paul”. Se trata de gravar a personas seleccionadas, de modo que su expropiación resulte legitimada, porque son, por ejemplo, fumadoras, ricas, etc. Y, además, la tributación se hace por motivos sociales, en beneficio de un Pablo colectivo. Más célebre es la frase del dramaturgo irlandés George Bernard Shaw, que en su obra Everybody's Political What's What? explicó otra clave del Estado redistribuidor: “Un gobierno que roba a Pedro para pagar a Pablo puede contar siempre con el apoyo de Pablo”.
Si las personas no reducen su deuda es por el abaratamiento artificial de los tipos de interés