Aunque el severo Ludwig von Mises abominó de la literatura detectivesca y le atribuyó "un tufillo de odio subconsciente al burgués afortunado" (La mentalidad anticapitalista, Unión Editorial, pág. 58), la sabiduría de los detectives puede ser valiosa para los economistas. W.Breit y K.G. Elzinga, autores de las tres novelas protagonizadas por el economista-detective Henry Spearman (traduje la primera al castellano: Asesinato en el margen, Alianza), abordan el asunto en "Economics as Detective Fiction" (Journal of Economic Education, otoño 2002), y recuerdan una frase de Holmes en Un escándalo en Bohemia que parece calcada de Bastiat: "Sí, Watson, usted ve, pero no observa".
No debería sorprender que la teoría de juegos se solape con el trabajo intelectual de los detectives, y R. Deloche y F.Oguer llevan el análisis no sólo a los casos del detective C. Auguste Dupin sino incluso a la vida de su autor, Edgar Allan Poe ("Game theory and Poe's detective stories and life", Eastern Economic Journal, invierno 2006). Tiene interés también una perspectiva econométrica sobre la forma de razonar de Holmes: M. McAleer, "Sherlock Holmes and the search for truth: a diagnostic tale", Journal of Economic Surverys, Vol 8, Nº 4, 1994. Me quedo con esta frase maravillosa del detective inglés: "Me faltan datos. Teorizar antes de tener datos es un error garrafal. Uno empieza inconscientemente a torcer los datos para que se ajusten a las teorías, en vez de modificar las teorías para adaptarlas a la realidad".
Volvamos a Dupin, el melancólico razonador de la rue Dunot, que vive modestamente pero fue rico: "Una serie de desdichadas circunstancias lo habían reducido a tal pobreza que la energía de su carácter sucumbió ante la desgracia, llevándolo a alejarse del mundo y a no preocuparse por recuperar su fortuna. Gracias a la cortesía de sus acreedores le quedó una pequeña parte de su patrimonio, y la renta que le producía bastaba, mediante una rigurosa economía, para subvenir a sus necesidades, sin preocuparse de lo superfluo. Los libros constituían su solo lujo" (Edgar Allan Poe, Cuentos completos, traducción de Julio Cortázar, Edhasa, 2009, pág. 345).
Parece que, como a tantos otros detectives y a tantos otros héroes de la realidad y la ficción, no le interesa el dinero, y que sólo busca la satisfacción de superar a "G", el prefecto de la policía de París. Esto no está claro, sin embargo, porque hay una recompensa en El misterio de Marie Rogêt (pág. 481), y el caso de La carta robada se pone en marcha a cambio de 50.000 francos, una suma muy considerable (pág. 694).
En fin, economistas y no economistas disfrutarán por igual leyendo Tú eres el hombre, cuando Poe cita a Rousseau para ironizar sobre el vano entusiasmo con que tanta gente se dedica a "nier ce qui est, et d'expliquer ce qui n'est pas" (pág. 382).
Von Mises abominó de la literatura detectivesca, pero puede ser valiosa para los economistas