Todas las crisis animan el retorno de remotos fantasmas, y la actual no ha sido una excepción. Otra vez nos ha rodeado el espiritismo expiatorio que insiste en que nuestros males son culpa de nuestra libertad. O la ilusión óptica keynesiana de que la crisis puede resolverse por arte de magia si el Estado aporta la demanda tristemente deficiente. Combinan ambas fábulas los que a izquierdas y derechas han desempolvado el Plan Marshall como receta para salir de la crisis. Siempre aconsejada por la corrección política, de Krugman a Soros, es una receta equivocada, que seguramente no funcionará ahora como tampoco funcionó después de la Segunda Guerra Mundial. El economista Tyler Cowen resumió en cinco los mitos del famoso plan (The Marshall Plan: Myths and Realities, http://goo.gl/TVfGK). Primero: El Plan Marshall fue un factor significativo para explicar la recuperación de Europa Occidental en la posguerra. Pero la ayuda exterior tuvo un impacto reducido en comparación con los factores que realmente impulsaron la economía: el fin de la guerra, el fin de la incertidumbre y el fin de las políticas intervencionistas más desastrosas en los mercados, la Hacienda y el dinero. Cuanto más rápido y más profundo fue el cambio hacia esquemas menos intervencionistas, más vigorosa fue la recuperación, como en Alemania, país que recibió apenas un poco más del 10% de los fondos del Plan Marshall.
Segundo mito: el plan Marshall fomentó la libre empresa y las buenas políticas económicas. En realidad, las políticas siguieron siendo intervencionistas, aunque menos que en la guerra, como vimos. Cuando la economía se recuperó el intervencionismo lo hizo también, con la generalización del Estado del Bienestar.
Tercero: el plan estimuló la economía americana. Es incierto, porque aunque sin duda fomentó las exportaciones, también su coste redujo el poder de compra local.
Cuarto mito: la acción del plan Marshall no fue influida por los intereses creados de EE UU. Cowen demuestra que la realidad fue muy diferente, y hubo toda clase de grupos de interés presionando a favor de ese aumento del gasto, desde la agricultura y la industria naval hasta las aseguradoras pasando por las empresas tabaqueras.
Quinto mito: la política exterior americana de la posguerra se basó en el libre comercio y la apertura. Otra vez, es una ficción, y los problemas que pretendía resolver se habrían resuelto mejor con menos barreras arancelarias.
El también economista Antony P. Mueller niega que Europa necesite otro Plan Marshall… porque lleva muchos años con políticas redistributivas tan onerosas como de resultados dudosos (Does Europe Need a New Marshall Plan? http://goo.gl/pMeXN). No han sido ellas las que han ocasionado la prosperidad europea sino, igual que en la posguerra, la estabilidad política, económicas, monetaria, fiscal, y el comercio más libre entre los países de la Unión.
La recuperación fue más vigorosa en Alemania, que sólo recibió el 10% del total de los fondos