El libro de Robert J. Shiller, Las finanzas en una sociedad justa (Deusto), se titula en inglés: Finance and the good society. La buena sociedad tiene ecos antiliberales más claros en inglés que en español. Si uno lee la expresión en inglés ya se prepara para el pensamiento convencional, siempre dispuesto a la ingeniería social, porque el mercado tiene fallos y hay que intervenir, pero no demasiado, etc. En español "good society" se traduce como "sociedad justa" o, como en el libro de Galbraith, "sociedad mejor". Pero es el mismo pensamiento fofo antiliberal. Aquí el subtítulo es: Dejemos de condenar el sistema financiero y, por el bien común, recuperémoslo. Bendito sea Dios.
Pensamiento esponjoso no quiere decir inexistente. Shiller es un buen economista técnico, y este libro contiene ideas acertadas que refutan el antiliberalismo más ramplón. Por ejemplo: los brókers no son malvados, la crisis no se produjo por un "estallido de bajeza moral", los seguros son beneficiosos, no es verdad que nos quedaremos sin petróleo, la innovación financiera es saludable, el desarrollo de los mercados también es positivo, los derivados financieros no son perversos, la especulación es buena, es falso que hayamos vivido en economías desreguladas, es plausible que los empresarios sean filántropos, hay que condenar el comunismo y defender la propiedad privada, enriquecerse no es ningún crimen, la banca de inversión propicia la paz y el progreso, es absurda la demagogia de la ONU y tantos otros que hablan de "derechos" y nunca se preocupan de quienes los pagan, como son ridículos los socialistas que odian la familia pero instauran dinastías como los Castro en Cuba.
Ahora bien, mezclados con eso aparecen tópicos económicos envueltos en ideas populares pero siempre antiliberales y ocasionalmente brumosas como democratizar y humanizar las finanzas, lograr un mundo más justo y equitativo, no recortar el gasto público, subir los impuestos para luchar contra la desigualdad, el problema es el poder económico y no el político…, en fin, lo que usted quiera, desde alabanzas a los sindicatos y al 15-M hasta críticas a Reagan y Thatcher
Dos debilidades adicionales sobresalen. No explica la crisis, y en realidad, asombrosamente, no explica las finanzas: habla mucho de la psicología de las personas y del exceso de crédito, pero prácticamente nada de los bancos centrales, como si la crisis fuera un asunto de animal spirits. Asimismo, no tiene una teoría del Estado, al que pinta como mero receptáculo de presiones.
Reitera el pueril centrismo que clama por acuerdos, consensos y compromisos, mientras sobrevuelan bellos pajaritos: "se requerirá un grado de intervención del gobierno, pero no tanto como para frustrar las soluciones de mercado".
Hablando de la good society dijo con razón Anthony de Jasay que lo mejor que se puede hacer por ella no es tanto promover principios buenos sino ideas claras.
Habla mucho de la psicología y del exceso de crédito, pero nada de los bancos centrales