Los socialistas de todos los partidos han utilizado la pandemia y las vacunas para promover sus agendas antiliberales.
Sus argumentos son generalmente falaces. Por ejemplo, el Estado debe intervenir ante una emergencia, como si dejara de intervenir en su ausencia. O el Estado debe monopolizar la distribución de las vacunas, porque se fija en la necesidad de la gente y no en su dinero.
Los antiliberales alegan ser moderados, no comunistas, pero dejan claro que la propiedad, más que un derecho de las personas, es en realidad una concesión del poder, que nos permitirá el disfrute de nuestra propiedad siempre que la utilicemos bien. Naturalmente, es el poder el que determinará qué cosa es «bien».
Fascinados ante el Estado en acción, se cubren las espaldas recordando que gobernantes democráticos como Roosevelt intervinieron masivamente en la economía, como si ello fuera justificación suficiente.