La dictadura comunista china ha vuelto relajar su régimen de control de la natalidad, permitiendo que las parejas puedan tener tres hijos. En 2016 habían permitido tener dos, interrumpiendo así la prolongada y siniestra política de prohibir a las mujeres el tener más de un hijo. En muchos países democráticos se cultivó también la fantasía de que los niños son una carga, y se proclamó la urgencia de frenar la natalidad para evitar la «explosión demográfica».