Se nos asegura que el liberalismo no puede ser defendido en tiempos de crisis, como los actuales. Los que lo afirman taxativamente, por cierto, no le defienden jamás, ni en tiempos de crisis ni en tiempos normales. Pero su diagnóstico adolece de al menos tres errores. El primero es identificar el liberalismo con la ausencia de reglas. El segundo es pensar que la gente renuncia al liberalismo durante las crisis. Y el tercero es suponer que el Estado no tiene fallos, o que no son importantes en momentos de gran perturbación.