Las noticias sobre el Rey Emérito, y también sobre personas famosas que procuran llevarse su dinero fuera de España para no pagar impuestos, desataron dos habituales equívocos de la política contemporánea: uno es que la evasión fiscal solo puede ser una conducta propia de delincuentes o personas de moralidad dudosa; y el otro es que los impuestos realmente malos solamente son los impuestos que no se pagan.