Los ataques de Pablo Iglesias y otros dirigentes de Unidas Podemos contra la libertad de prensa han provocado un escándalo.
Parecía, evidentemente, que la ultraizquierda se había quitado la careta, desvelando una considerable aversión hacia la libertad de las mujeres y los hombres.
Sin embargo, todo esto, con ser malo, en realidad es mucho peor de lo que parece. Porque la reacción contra el totalitarismo de Unidas Podemos pasó por encima de la realidad política más incómoda de los tiempos modernos, a saber, que el Estado usurpa los derechos y libertades de sus súbditos argumentando que esos derechos y libertades no pertenecen en verdad a cada persona sino que son de la sociedad, y en última instancia de los poderes públicos.
Y las mismas personas que se indignaron con la ultraizquierda en el caso de los medios, no percibieron que su libertad es socavada diariamente en muchos otros ámbitos con el supuesto aval de las mismas teorías totalitarias de Pablo Iglesias y sus secuaces, pero sin que ello suscite demasiadas protestas.