El antiliberalismo de todos los partidos insiste en que la desigualdad se agrava en el mundo, y que ello exige la intervención de las autoridades y la subida de impuestos. Esta idea siempre agitada como si tuviera un aval científico indudable, cuando en realidad es bastante dudosa.
Las estadísticas sobre la desigualdad en Estados Unidos, país habitualmente demonizado en ese sentido, pueden llegar a la conclusión de que aumenta solo distorsionando las cifras, de modo de excluir buena parte de las transferencias y los servicios públicos, y también los impuestos pagados por los ciudadanos. Incluyendo estos datos, la desigualdad en Estados Unidos, como en otros países no solo no aumenta, sino que disminuye.