Don Juan Carlos ha pagado sus errores con la abdicación. Independientemente de lo que la justicia pueda sancionar, y aún no ha sancionado nada, la pregunta es: ¿Debería pagarlos también con el ostracismo?
Se está aplicando al Rey Emérito un severo test de ejemplaridad, cuyo resultado es una condena total, pero no a su vida privada sino a toda su vida. La izquierda purísima que está quitando su nombre a calles y plazas, actúa como si fuera evidente que las torpezas e imprudencias en la vida privada del Rey ensombrecen su trayectoria pública. No es casualidad que la misma izquierda que despotrica contra don Juan Carlos sea la que cuestiona la transición, uno de los grandes activos del pueblo español y de Juan Carlos I.
Creo que el anciano Rey debería poder pasar sus últimos años en su país.
Comparto plenamente esta postura, ha sido uno de los mejores, quizá el mejor, rey que ha tenido España en su historia.