Todas las variantes del socialismo insisten en negar la escasez. Desde los primeros autores del siglo XIX, como Marx y Engels, los socialistas prometieron que llegaría el paraíso cuando se acabara con el capitalismo y sus dos instituciones fundamentales: la propiedad privada y los contratos voluntarios. Pero en vez del paraíso, los socialistas impusieron en el planeta diversas variantes del infierno. Eso sí, cada vez que tienen ocasión, vuelven a condenar la productividad capitalista, su organización y la división del trabajo y la especialización. Siguen siendo, en suma, negacionistas de la escasez.