En períodos de crisis y transición reflorece una antigua noción política, que estriba en ponderar la virtud del centro, identificado como la moderación y la sensatez. Sin embargo, el centro no es necesariamente bueno, y la virtud no está necesariamente en el medio. Para que ello fuera así, para que el centro fuera virtuoso, debería equidistar de extremos que son análogamente viciosos o nocivos. Entonces, no está claro que sea virtuoso situarse entre el capitalismo y el socialismo. No es evidente que, entre subir los impuestos y bajarlos, lo mejor sea dejarlos como están.