Que una persona socialista termine en la Falange, o al revés, no es asombroso. Es normal, porque el fascismo y la izquierda tienen mucho en común, empezando por su rechazo compartido al liberalismo.
Que una persona socialista termine en la Falange, o al revés, no es asombroso. Es normal, porque el fascismo y la izquierda tienen mucho en común, empezando por su rechazo compartido al liberalismo.