El subtítulo del artículo de Carmen Morán lo aclaraba suficientemente: Las empresas ya intervienen en la dependencia, salud y educación. Ir más allá, como plantea el PP, acarrea riesgos para la equidad y la calidad. En el texto se informaba: Los pilares sociales en España son universales y gratuitos, y Alrededor de un 75% de los servicios sociales ya está privatizado. Aquí están pasando cosas raras.
Aparte de la obviedad de que el gasto social es cualquier cosa menos gratuito, y de la obviedad igualmente clamorosa de que el PP es cualquier cosa menos un partido dispuesto a privatizar el Estado del Bienestar, parece que para El País privatizar no significa lo mismo que para la Real Academia Española: Transferir una empresa o actividad pública al sector privado; y privado quiere decir: Que no es de propiedad pública o estatal, sino que pertenece a particulares.
Con esas académicas definiciones, el gasto llamado social es evidentemente público, porque si, por ejemplo, la Comunidad de Madrid decide subcontratar la gestión de un hospital público a una empresa privada, pero responsabilizarse de pagar todos sus gastos con dinero del contribuyente, sería absurdo llamar a eso privatizar.
Podrían los redactores del periódico pensar en cómo calificarían ellos a su propio diario si se rigiese por las mismas reglas: ¿empresa privada? Esas páginas de El País incluyeron otras afirmaciones cuestionables, como que el mercado es menos eficiente que los burócratas (en serio), o que si hay lucro no se atiende al ciudadano, como si los atendiera mejor el Estado que El Corte Inglés, o que el mercado discrimina, como si la política no lo hiciera, o que el mercado es costoso porque allí hay que pagar el beneficio del empresario, como si el comunismo, donde no hay mercados ni beneficios empresariales, no hubiese sido costoso. En fin, una perla tras otra, pero ninguna tan brillante como el titular: ¿Privatizar lo social? ¿Más?