Carlos Jiménez Villarejo y Pablo Iglesias aclararon recientemente en un artículo la clave del pensamiento único a propósito de la fiscalidad: los únicos impuestos malos son los que aún no se pagan.
En efecto, el antiliberalismo predominante jamás presta atención a los impuestos que sí se pagan: esos gravámenes siempre están bien, y si acaso hay que aumentarlos. Pero lo terrible son los que no se pagan: y de ahí la necesidad perentoria de acabar con “los paraísos fiscales y la competencia fiscal perjudicial”.
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