Las recientes tragedias de Lampedusa animaron muchos análisis, pero, a pesar de tantas vestiduras rasgadas, pocos trataron a los inmigrantes como personas.
La culpa de los políticos
Dijo el Papa: “Es una vergüenza”. Gran verdad. Pero obsérvese que la vergüenza es múltiple y puede cubrir un amplio abanico de circunstancias. Están, sin duda, los gobernantes de los países africanos que oprimen a sus súbditos, socavan las instituciones de la libertad e impiden la paz. Pero también es una vergüenza Europa, y aquí el argumento se precipita hacia la corrección política: lo que es vergonzoso, se nos asegura, es que Europa no aumente todavía más los impuestos y el gasto público para dar acogida a todos los inmigrantes (a veces se añade púdicamente “que se pueda”), de modo que no mueran ahogados. También las “mafias” del transporte se llevan lo suyo a la hora del oprobio. Pero los principales culpables señalados son los políticos, no por su intervencionismo excesivo sino por su intervencionismo insuficiente.
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