La retórica ha sido siempre un arma de los poderosos para someter a sus súbditos. Cuando el poder alcanza cotas de intrusión inéditas, y encima lo hace bajo el sistema político que más presume de respetar los deseos de los ciudadanos, el bien decir de la mentira política se vuelve imprescindible.
(Entra aquí para leer el artículo completo en Libertad Digital.)