He leído varios comentarios de Alberto Garzón, el líder de Izquierda Unida. Habló, por ejemplo, del “Estado de bienestar, conquistado por la presión de los trabajadores de la lucha antifranquista”, una tesis asombrosa, porque fue el franquismo el que extendió el Estado de bienestar, como hicieron todos los gobiernos del mundo, democráticos o no. Otra joya es: “la democracia sólo es posible si no estamos en el capitalismo”, como si no hubiera suficientes testimonios de lo que pasa con la democracia cuando el capitalismo es aniquilado, que es, de hecho, lo que este totalitario recomienda: “Si hubiera una democracia real, económica, nuestra capacidad de acción iría mucho más allá que un voto cada cuatro años. Decidiríamos qué hacemos con los recursos económicos, a qué los destinamos”. No se le ocurre ni por un minuto que eso de “qué hacemos” con las cosas de los demás plantea algunos pequeños problemas en términos de la libertad de los ciudadanos.
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