Los recordados tuits de don Guillermo Zapata le impidieron ser concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, pero no le impiden vivir de los contribuyentes en la Junta de Distrito de Fuencarral-El Pardo. En una entrevista, donde, por cierto, se negó a hablar de los mencionados tuits, reveló de todas maneras sus ideas, y en particular su gran apego a la democracia, lo que a primera vista resulta desde luego plausible.
Ahora bien, conviene tener presente que los totalitarios han empleado el recurso democrático de manera sistemática. Cuando había dos Alemanias, una que era una democracia y otra que era una tiranía comunista, ¿recuerda usted cómo se llamaba la que no era democrática? República “Democrática” Alemana. Pues eso.
Y entonces, ante la pregunta: “¿Qué opina del régimen castrista?”, la espectacular y democrática respuesta del señor Zapata fue: “Lo tendrán que decir los cubanos”. Él no tiene opinión sobre una dictadura comunista que lleva más de medio siglo oprimiendo al pueblo. Ahora bien, ese derecho democrático, el de no opinar sobre una dictadura, porque después de todo es algo que corresponde decir a los ciudadanos, ¿lo aplicaría también a la dictadura de Pinochet?
Imaginemos esta respuesta: “Lo tendrán que decir los chilenos. Yo no tengo opinión sobre el Chile de Pinochet, porque, si no la tengo sobre la Cuba de los Castro, en coherencia deben primar las opiniones de los pueblos, no la mía”. Imposible ¿no? Pues eso.
(Artículo publicado en La Razón.)