Leo en la prensa gubernamental que nada malo cabe esperar económicamente de Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, porque las autoridades gozan del respaldo de los banqueros, “nada sospechosos”. Los que protestamos contra la izquierda somos unos exagerados que nos quejamos de vicio.
La primera vez que oí este bulo gobernaba Felipe González, y nos aseguraban que los socialistas eran tigres vegetarianos. Habían expropiado Rumasa, y subían el gasto público y los impuestos, pero se nos insistía en que eran mejores que lo que podíamos haber esperado. Después de todo, González había rechazado el marxismo, había cambiado de posición con respecto a la OTAN, y tenía un gabinete business friendly. Ya entonces se decía que los socialistas no podían ser tan malos si los apoyaban los banqueros que, naturalmente, “no son sospechosos”.
Esto ignora que lo elemental en política no es la verdad sino el poder. Para consolidarse en él, la clave es aumentar el balance de apoyos: siempre es así, y sobre todo con Warren, que no preside realmente un Gobierno sino una campaña electoral.
Por eso, si sus Presupuestos no salen, ya ha sugerido que seguirá con los antiguos, porque lo que cuenta es seguir. Y especialmente presentarse como un candidato cada vez más aceptable para cada vez más gente. Eso es lo que hace, mediante la vieja maniobra de amenazar primero con robarnos mucho y después con robarnos poco. Casi vamos a terminar dándole las gracias.
Además, son conocidas las relaciones incestuosas entre los empresarios en general, y especialmente los banqueros, con el poder político, denunciadas por los economistas liberales desde Smith hasta Buchanan. Esta dependencia se ha agigantado a medida que el peso del Estado sobre la economía en general y la banca en particular ha ido creciendo.
No digo que los empresarios no se quejen, al contrario: lo acaban de hacer en la reunión de la Empresa Familiar en Valencia. Pero rara vez lo hacen de forma sistemática y masiva. Y ¿cuándo fue la última vez que usted oyó a un banquero poner a parir a un presidente del Gobierno? Recuerde a los grandes banqueros, a Emilio Botín, por ejemplo. Todas las imágenes en que aparece él con el presidente del Gobierno, aparece sonriéndole. Todos los banqueros sonríen, como la mayoría de los grandes empresarios, por la cuenta que les trae, aunque ahora el Gobierno se lance contra la banca por las hipotecas. Claro que son “sospechosos” los banqueros. Lo extraño no es que ahora coqueteen con el proyecto de Presupuestos de Warren. Lo extraño sería que lo pusieran a caer de un burro, como hacemos algunos que no somos banqueros.
Hablando de sospechosos, los que no somos banqueros somos sospechosos siempre. Si criticamos al Gobierno progresista, somos “espadachines a sueldo de la burguesía”, como describió Marx a Bastiat. Pero si la burguesía o la banca, como tantas veces sucede, aplaude al poder o no le gruñe, los liberales que seguimos recelando de él somos unos necios que todavía no nos hemos percatado de lo inofensivo que es Warren Sánchez, como dicen o deberían decir nuestros supuestos amos capitalistas.