Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, quiere tener también todos los honores, pero le falta el de ser Rey de España. De momento.
Su ambición es patente, y la interpretación generalizada de la ronda de contactos en el Palacio de la Moncloa ha sido que el presidente del Gobierno ha hecho un nuevo feo a S.M. Felipe VI, ocupando el lugar del monarca.
Por un lado, esto es ridículo, y la gente se troncha, como se tronchó cuando Warren se quiso quedar junto a los Reyes en la recepción del Palacio Real.
Pero el socialismo no es exclusivamente grotesco. También es siniestro, y este gesto de Warren lo ilustra. Para el socialismo no hay nada que se interponga entre el poder y su ejercicio; de ahí que procure atacar las instituciones que protegen a las trabajadoras, como la propiedad privada, los contratos, o la religión.
De ahí que esté dispuesto a cargarse cualquier institución, y eso es la monarquía. Por eso quiere jugar Warren a ser rey. Y por eso, en ese aspecto como en otros, es un sujeto peligroso para la libertad de las trabajadoras.
Nos vemos en el hall del teatro.