La ausencia de pensamiento crítico es analizada por Michael Munger en su libro The Thing Itself, de 2015. En efecto, vivimos rodeados de unicornios, legendarios animales que seguramente jamás pensaron que iban a sobrevivir a la Ilustración y llegar vivitos y coleando hasta nuestros días. Y así ha sido, de la mano de nuestros socialistas de todos los partidos, que insisten en que todo es posible, como con los unicornios, que sólo comen del arco iris, pueden ayunar durante años sin dificultad, transportar pesadas cargas sin agotarse “y sus flatulencias huelen como fresas puras y frescas, con lo que estar en un carromato detrás de ellos es un verdadero placer”.
Dirá usted: esto es un disparate, cualquiera sabe que los unicornios no existen. Problema: los socialistas creen firmemente en un gran unicornio: el Estado. Puede que no les gusten los políticos y el funcionamiento real de la democracia, usurpadora y corrupta, o el espionaje, los controles, las prohibiciones, los impuestos, y las mil y una formas en que el Estado viola nuestros derechos y libertades. Pero en todos los casos su “solución” a los problemas del Estado es… ¡más Estado!
Esto es tan absurdo que, como dice Munger, la única explicación lógica es que los intervencionistas realmente creen en los unicornios. Es decir, creen en “un Estado con las propiedades, motivaciones, conocimientos y capacidades que ellos imaginan que debería tener”. Aquello en lo que creen ha sido el objeto de la crítica liberal desde hace tres siglos. Adam Smith habló de que el problema no estribaba en las personas que actúan en el Estado sino en el propio “system of government”. Edmund Burke ironizó sobre los que creen que todo se puede arreglar con unas nuevas elecciones, ignorando los abusos que representa el Estado mismo, y Mises saludó a los pocos que perciben que el conocimiento requerido para muchas reformas es inalcanzable, y añadió: “la mayoría de los hombres soportan el sacrificio del intelecto mejor que el sacrificio de sus fantasías”. Como dijo Hayek: “la curiosa tarea de la economía es demostrar a los hombres lo poco que realmente saben sobre que imaginan que pueden diseñar”.
Según Michael Munger, los liberales pierden mucho tiempo luchando contra los unicornios de los socialistas, porque para ellos el animal es sabio, benevolente y omnipotente. “Decirles que yerran en sus elucubraciones es inútil. Si insistimos en que nuestros adversarios están equivocados sobre las propiedades de un Estado que no existe, o al menos no existe tal como los estatistas fantasean, entonces perderemos la atención de muchas personas que podrían simpatizar con nosotros y que están principalmente interesadas en las consecuencias del Estado. Parafraseando a Hayek, la curiosa tarea de los liberales es persuadir a los demás ciudadanos de que nuestros oponentes son idealistas, porque creen en los unicornios, y entienden muy poco sobre el Estado que imaginan que pueden diseñar.