En una viñeta de Caín aquí en LA RAZÓN, se veía a Karl Marx, que protestaba: “¡Déjenme descansar! Ya está bien de recurrir a mí para explicar el mundo”.
Caín me hizo evocar las deficiencias del pensamiento antiliberal, que vemos reflorecer. Dos clásicas son la suma cero, es decir, la incapacidad de comprender cómo se genera la riqueza, y la fatal arrogancia de pretender conocer las leyes de la historia.