Según la tradición, sólo los ladrones nos obligan a elegir entre la bolsa o la vida. La pandemia les brinda a los gobernantes la posibilidad de hacer lo mismo.
Se dirá que esta identificación es errónea, porque existe la salud pública. Ante una pandemia, la autoridad puede violar derechos y libertades de la gente. A esto se aferra el antiliberalismo hegemónico, para propiciar su agenda intervencionista y anunciar, una vez más, la muerte del liberalismo. Su objetivo explícito es protegernos a todos, pero el implícito es evitar que la pandemia se traduzca en un derrumbe del respaldo popular a Warren Sánchez y sus secuaces.