Presupuestos: alegrías y ajustes

En su rueda de prensa comentando los PGE de 2016 apuntó Rajoy que la economía española entra en un “círculo virtuoso”, como dijimos en LA RAZÓN hace dos semanas para señalar las diferentes sendas de los ingresos y los gastos cuando la economía se contrae y cuando crece (http://goo.gl/mDeEya).

Entre los defectos de los gobiernos no suele figurar la insensibilidad electoral, y por tanto la norma habitual de los Presupuestos, es decir, afirmar que son a la vez austeros y redistributivos, destaca aún más este año que en los anteriores. En cuanto a la austeridad, los PGE incluyen un techo de gasto de unos 5.500 millones menos que en 2015. Y no porque se recorte el gasto –al contrario, Rajoy se ufanó de haber mantenido el Estado de bienestar– sino “gracias a los ahorros que produce el crecimiento económico”. El mencionado círculo virtuoso, por ejemplo, hará que el gasto en prestaciones por desempleo vaya a ser inferior a los 20.000 millones de euros por primera vez en ocho años, como informó ayer “Expansión”. Asimismo, puntualizó el presidente: “si la mejora económica se mantiene nos planteamos nuevas rebajas de impuestos”, es decir, no habrá recortes del gasto y la rebajas fiscales dependerán de los mayores ingresos por la mayor actividad.

Aparte de las pensiones, que por tercer año consecutivo aumentarán un 0,25 %, la principal medida atañe a los funcionarios y empleados del sector público, cuyos salarios se incrementarán el año próximo en un 1 %, dando así por terminado el ajuste que les ha afectado desde hace un lustro, desde el primer recorte que sufrieron con el gobierno de Rodríguez Zapatero. Asimismo, la plantilla de las Administraciones Públicas aumentará, y la paga extra suprimida en 2012 será devuelta. Los ingresos salariales se verán fortalecidos por la rebaja en las retenciones y la moderada inflación. Naturalmente, esto obedece a una lógica política y a la inmediatez del horizonte electoral, para congraciarse con ese importante colectivo de dos millones y medio de personas, y no porque sus contratiempos en términos de salario y de empleo hayan sido comparables a los de quienes de verdad sufrieron los rigores del ajuste: los trabajadores del sector privado.

Como era de esperar, los sindicatos quieren más gasto, especialmente en la función pública, que es donde tienen, con diferencia, su mayor peso e influencia: cualquier subida les parecerá siempre insuficiente. Por eso se apresuró Cándido Méndez ayer a aclarar que la subida salarial para los empleados públicos debería ser bastante mayor, del 1,5 % en 2016, y que además debería haber muchos más trabajadores a sueldo de los contribuyentes, deberían trabajar menos horas y tener más días de libre disponibilidad.

(Artículo publicado en La Razón.)