Los enemigos de la libertad del pueblo jamás se presentan como tales, sino más bien al contrario. Es verdad que cuando se hacen con el poder, su aborrecimiento a los ciudadanos y a sus derechos se despliega con crueldad. Sin embargo, no es habitual que declaren dicho odio paladinamente antes de acceder al poder. De ahí el interés de las campañas de los políticos en torno a los impuestos, porque allí sí suelen revelar sus intenciones más siniestras con menos tapujos.
Se nota, por ejemplo, en las supuestamente heroicas campañas contra el fraude fiscal, que en realidad tienen como objetivo no solo sangrar más a la población sino colar insidiosamente la mentira conforme a la cual los únicos impuestos malos son los que aún no se pagan. De esta manera, si los malos son los defraudadores, eso querrá decir que el resto de los impuestos que pagan los muy sufridos contribuyentes que no los eluden ni evaden, esos impuestos están bien. Una pequeña reflexión bastará para comprender la monstruosidad de dicho mensaje, que pulveriza por completo cualquier noción de los límites frente a la coacción del poder político, es decir, pulveriza la noción misma de la libertad del ciudadano.
Dicho ataque a la libertad resplandece generalmente más en el caso de la izquierda, que no titubea en exhibir la necesidad de subirle aún más los impuestos a la gente, siempre por un buen motivo: la última ocurrencia de Warren Sánchez y sus secuaces es crear un nuevo impuesto para pagar las pensiones.
Los de Podemos son aún más descarados en su exhibición antiliberal. Hace poco presentaron un plan “Integral” (siempre son integrales) contra el fraude, que potenciaba el espionaje político-fiscal, para que actúen los inspectores de incógnito y para retribuir al denunciante fiscal: se trata de crear una policía secreta cuyo objetivo es vigilar y acosar a los ciudadanos para que paguen: otra vez, la mentirosa idea de que todo lo que ya se paga, y, por tanto, todo lo que se haga para que se pague, es impecable.
La persecución que planea Podemos, y para colmo sin remilgos a la hora de anunciarla, se extiende a las personas jurídicas, a toda clase de empresas donde los ciudadanos puedan invertir sus ahorros. El objetivo, por supuesto, es que no ahorren: ya se ocupará Pablo Iglesias de su dinero. De su dinero de ellos, claro. Es impresionante la caradura con la que justifican esa persecución de las empresas: “velar por la inversión productiva y la equidad fiscal”.
Y, por fin, pensará usted: se trata de los millonarios. No es así. Podemos quiere contar con instrumentos para vigilarla, intimidarla y eventualmente poder meterla en la cárcel a usted, señora, y a una multitud de ciudadanos corrientes, rebajando el umbral de punibilidad del delito fiscal a 50.000 euros. Insisten en que sólo van contra los ricos riquísimos. Como dice el tango: mentira, mentira.
Los enemigos de la libertad están bien respaldados, y de ahí su éxito arrollador. Si todos fueran Carlos Rodríguez Braunes o, modestia aparte, todos fueran como un servidor, los enemigos de la libertad serían vistos como los seres espeluznantes y terroríficos que son. Pero, lejos de ello, se les da cancha, porque, no hay que engañarse, se sintoniza con ellos, y si se sintoniza con ellos es porque en el fondola mayor parte de la gente lleva un tirano dentro. En mi propia familia veo constantemente tics tiránicos. Un no por inocente menos improcedente <> dicho por un familiar con clara intención de imposición de su parecer sobre el mío, a mí inmediatamente me provoca el pensamiento de <>. Las actitudes de querencia natural hacia la imposición las veo yo por doquier no sólo en los políticos, sino también en quienes les encumbran al poder, por no decir en quienes facilitan a sus verdugos la soga, fiscal sin ir más lejos pero no sólo sino legislativa en general, con la que los sucesivos padres de la patria les habrán de asfixiar, con cuidado de no matarlos, eso sí, pero no por lo de que Dios aprieta pero no ahoga -que ya lo creo que ahogarían hasta el matarile si se lo pudieran permitir- sino porque si se mata a la gallina de los huevos de oro, se acabó el chollo. Aquí el que no es un tirano es porque no puede. Como dijo en cierta ocasión Federico Jiménez Losantos en radio COPE: si quieres conocer a Fulanito, dale un carguito. O sea, ya verás Fulanito, con la carita de no haber roto un plato en su vida que tiene, cómo se las gasta. En fin, señor Braun, no me extenderé más. Sólo decirle que la lectura de sus escritos durante años ha sido para mí si no un bálsamo de Fierabrás, porque tal y como está el patio en lo relativo a la libertad es imposible, sí un alivio de la soledad en que uno se siente en lo tocante a su amor a la libertad, que me ha llevado incluso a iniciar un blog en cuyo mismo comienzo ya le nombro a usted: breakfree992.wordpress.com. Reciba un cordial saludo y espero que le dé larga vida Dios.
Pero de que nos quejamos? si todo hijo de vecino «acepta encantado» lo que el gobierno de turno le impone, sin rechistar. Nos quitan de fumar, de correr en las buenas autopistas, de manejar nuestro propio dinero, de beber nuestros magníficos vinos. Nos meten la mano en nuestras cuenta bancarias, en nuestros propios bolsillos, y seguimos aguantando sin rechistar. Y encima hay que decir que «Hacienda es de Todos» pues no señores hacienda no es de todos, es una ladrona que le roba al que no se puede defender, sea rico o de la clase media, implacable y con procedimientos similares a los de la familia Corleone. Esa es la realidad, nuestro Estado es un estado policial que no nos respeta en los mas mínimos derechos. Ya está bien!!!