Ausentes de la Fiesta Nacional, los populistas de Podemos no solo presumieron de ser patriotas, sino que redefinieron el patriotismo de tal manera de circunscribirlo sólo a ellos.
En alusión al acuerdo presupuestario firmado el día anterior por Iglesias y Sánchez, sentenció el secretario de Organización, Pablo Echenique, el 12 de octubre: “La patria no es un rey desfilando en un Rolls-Royce con un séquito a caballo y envolver todo en banderas. La patria es la sanidad, la educación, los salarios, facturas de la luz y alquiler asequibles. La patria son las cosas de comer de la gente. Por eso la fiesta nacional FUE AYER”. Pablo Iglesias tuiteó: “Patriotismo es garantizar derechos para todas y todos, no tratar de ocultar con banderas la falta de empatía. Patriotismo es cuidar, no tratar de imponer el miedo. Patriotismo es solidaridad y democracia”.
Otros mensajes fueron los de Irene Montero, que aseguró la Fiesta Nacional “debería ser el 15-M, y hoy un día para honrar a nuestros pueblos hermanos de la América Latina”. No debía referirse a los emigrantes españoles, según confirmó Miguel Urbán, Secretario de Podemos-Europa, que comparó el drama de la inmigración con la conquista de América: “Ni las masacres de entonces ni las tragedias de ahora”, escribió con el hashtag #12octNadaQueCelebrar.
En todo esto hay varios hilos conductores, todos ellos inquietantes. El primero, por supuesto, es la patrimonialización del patriotismo, que prepara el terreno para una seña de identidad de la izquierda: la exclusión y demonización de quienes no sean patriotas según su definición. El segundo es el ataque sistemático de estos peculiares patriotas a todo lo que sea España y la represente, desde nuestro Rey, a quien al parecer querrían ver desfilando en patinete, hasta el imperio español en América, al parecer el paradigma del atraso y la perversión, pasando naturalmente por la bandera. No minusvaloremos el peligro que representan unos señores que se dedican a atacar siempre lo que nos une y que creen que solo ellos definen lo que nos conviene.
Este tercer hilo conductor es también peligroso aunque quizá algo menos, por lo ridículo que resulta. En efecto, presumir de solidarios y empáticos cuando lo que pretenden hacer es subirles los impuestos a las trabajadoras incluso más que Rajoy tiene, esperemos, unas patas tan “patrióticas” como cortas.