El presidente del Gobierno, Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, intentará convencernos de que va a cobrarle a la banca un nuevo impuesto, pero que a los ciudadanos no nos va a pasar nada malo.
Lo que dicen desde el Gobierno no es verdad, aunque insistirán en ello, porque la otra opción que tienen, que es bajar el gasto público para no subir los impuestos, no se les ocurre nunca: su tirria a la libertad es análoga a la que desplegó el Partido Popular, con Barbie a la cabeza, prometiendo dos veces que iba a bajar los impuestos, y mintiendo las dos veces, que se dice pronto. Ahora creen que con la vicepresidenta de Barbie todo se va a arreglar y los millones de votantes que abandonaron el PP a golpe de impuestos volverán a casa. Ilusos.
Hablando de volver, volvamos a Warren. El truco del impuesto a la banca tiene varias caras. Algunas son clásicos de la propaganda izquierdista, como vestir la incursión punitiva con un objetivo incuestionable —pagar las pensiones, nada menos— o como seleccionar a un damnificado detestable, y pocos lo son tanto como los banqueros (privados).
La maniobra en el caso particular de la banca se adorna con otros bulos, como la idea de que por “solidaridad” los bancos asumirán el impuesto y no lo repercutirán a los clientes. Después de todo, también el pueblo español fue solidario con los asquerosos banqueros, rescatándolos, y, además, ojo con los pensionistas, porque igual retiran su dinero de los bancos donde les suban las comisiones o no los traten bien. A veces, el camelo se redondea alegando que los bancos son bastante rentables, como aseguró la ministra de Hacienda al subrayar que la banca tenía “margen” para el impuesto adicional.
Todo es ficción, empezando por la solidaridad de la sociedad con la banca, que nunca existió: hubo rescates políticos de la banca pública, las cajas de ahorros, buscando proteger a los depositantes. Asimismo, no es cierto que la banca sea muy rentable, más bien al contrario: uno de los problemas que tiene es que debe capitalizarse más con una rentabilidad reducida. Ese es uno de los motivos por los cuales es imposible que el impuesto a la banca no acabe sobre las carteras de los clientes, depositantes o prestatarios. Ha sucedido ya en Reino Unido, y sucederá aquí. Hasta el Banco de España lo dice. Pero, hablando de decir, el que dijo por activa y por pasiva que nunca subiría los impuestos a la clase media es precisamente Warren Sánchez, y eso es precisamente lo que va a hacer. La propaganda, pues, resulta imprescindible.
Se trata, en suma, de mentirle al pueblo español a gran escala, asegurándole que no pagará nada del impuesto a la banca. La artimaña puede salirle bien al Gobierno. Atentos a la maniobra, porque estamos ante grandes artistas.
Nos vemos en el hall del teatro.