Dos relatos sobre las aventuras del padre Brown, el célebre sacerdote-detective creado por Chesterton, hablan del socialismo. Uno de ellos, The Flying Stars, publicado en 1911, trata del hurto de tres grandes diamantes africanos, llamados “las estrellas errantes”, por la cantidad de veces que habían sido robados.
Todo sucede en casa del Coronel Adams, y el ladrón es el archimalvado Flambeau, a quien el padre Brown no sólo descubre, sino que consigue que devuelva el botín, se redima y abandone el delito para siempre.
El sospechoso, empero, es John Crook, un periodista socialista, enamorado de Ruby Adams, hija del dueño de casa. Antes había comentado que le parecía natural que los pobres robaran joyas: “Si piden pan y no les dais ni una piedra, pienso que pueden apropiársela”. Ruby le reprocha que sea socialista, y él define a alguien con esas ideas como “un hombre que quiere que todas las chimeneas estén limpias y que se pague a todos los deshollinadores”. El padre Brown precisa: “pero que no te permite ser el dueño de tu hollín”. Crook añade: “Apoyo hacer salchichas con policías. Es una mejor definición del socialismo que otras que se han dado recientemente”.
Cuando desaparecen los diamantes, el coronel Adams le dice a Brown que obviamente sospecha del socialista pretendiente de su hija, pero el sacerdote replica: “Los hombres que desean robar diamantes no pregonan el socialismo: es más probable que lo denuncien. Este socialista robará antes una pirámide que un diamante”. Chesterton había expuesto la idea tres años antes en El hombre que fue jueves, apuntando que los filósofos eran más peligrosos que los ladrones, porque los primeros quieren realmente acabar con la propiedad privada, y en cambio “los ladrones respetan la propiedad; ellos meramente anhelan que la propiedad sea suya, para respetarla aún mejor”.
La otra oportunidad en la que rescata a un izquierdista es en The Crime of the Communist, de 1934. Se inventa Chesterton con toda intención el Mandeville College de Oxford (en alusión cínico al autor de La fábula de las abejas), donde dos posibles donantes son asesinados, y las sospechas recaen en el Sr. Craken, un comunista…¡y catedrático de Economía Política! Sus colegas llaman a la asignatura: “el robo teórico”.
Craken, empero, es inocente, y el asesino tiene más que ver con el capitalismo, cuyos vicios, señala el padre Brown, la gente tiende a dar por sentados, “o más bien los vicios del capitalismo cuando se disfraza de un darwinismo letal”.
Pero, aunque este socialista no es culpable, sus ideas sí lo son: son nociones bestiales y totalmente equivocadas sobre la vida, que aspiran a “abolir a Dios, destruir los Diez Mandamientos y extirpar toda religión y toda civilización…acabar con todo el sentido común sobre la propiedad y la honradez”.
El sacerdote advierte sobre la extensión de esas ideas: recordemos que el siniestro “socialismo real” ya tenía entonces diecisiete años. Un profesor comenta: “Al final serán la ruina de este país”. El padre Brown corrige: “Al final serán algo peor”.