Hubo un tiempo, no muy lejano, cuando estábamos todo el día atentos a la prima de riesgo. Ese tiempo nos puede dar un disgusto y volver.
Desde que se comprobó que las encuestas dibujaban para el 20 de diciembre un panorama de bajada del PP y de subida de Podemos, los inversores españoles y extranjeros coincidieron en subrayar su impacto económico negativo.
Una vez conocidos los resultados, la inquietud se ha hecho presente en las bolsas, acentuada tanto por la confirmación de la remontada de Podemos como por el mal resultado de Ciudadanos, que dificulta o impide la formación de un nuevo Gobierno encabezado por Mariano Rajoy. En efecto, los escaños sumados de PP y Ciudadanos son menos que los que sumarían PSOE, Podemos, IU y, pongamos por caso, el PNV. Un escenario a la portuguesa no está descartado, y tampoco un escenario a la alemana de una “gran coalición” entre PP y PSOE, con o sin sus actuales líderes. Por no estar, tampoco están descartadas las elecciones anticipadas.
Políticamente los socialistas consideran alternativas difíciles. Facilitar la investidura de Rajoy les convertirá en blanco de los dardos de la izquierda. Pero una asociación de izquierdas no les saldrá gratis, ni siquiera si consiguen colocar a Pedro Sánchez en la Moncloa. Para ponderar esos riesgos basta con pensar en qué harían los socialistas cuando los de Podemos, que son ellos mismos una salsa de partidos, exijan la convocatoria de un referéndum de independencia en Cataluña, por no hablar del abanico de propuestas económicas delirantes que plantea la formación de Iglesias, y que en las últimas semanas han intentado ocultar disfrazándose de daneses.
Alguien en Ferraz estará pensando en el final del Pasok, y de ahí la consigna que repiten ahora todos los socialistas: la de no contestar cuando les preguntan si habrá una alianza de izquierdas. Eso también explica la última pirueta de los de Podemos, aferrados ahora a la palabra “Constitución”, es decir, la misma que han esgrimido los socialistas durante la campaña. Pablo Iglesias le está diciendo a Sánchez: “ven, que no te voy a morder”. Es una enorme mentira, claro, y Sánchez lo sabe: los desastrosos resultados socialistas en Madrid revelan que el PP puede recuperarse pero también que la alianza PSOE/Podemos es particularmente dañina para los primeros.
La precariedad de la situación política es evidente. ¿Y la situación económica? Pues también es precaria, porque la indudable recuperación de 2013-2015 puede resultar dañada, no por la ausencia de Gobierno sino por la amenaza de un Gobierno peor, que suba los impuestos y el gasto, que incremente la rigidez de los mercados, que quebrante aún más las libertades y derechos de los ciudadanos, y que nos vuelva a convertir en el enfermo de Europa que éramos cuando estábamos obsesionados por la evolución de la prima de riesgo.
(Artículo publicado en La Razón.)