El secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, ha vuelto a irritar a muchos en el PSOE con sus declaraciones sobre la gestión laboral de la crisis en los años de José Luis Rodríguez Zapatero. Como informó LA RAZÓN, don Octavio dijo: “Los socialistas lo hicimos fatal: dejamos que se destruyeran tres millones de puestos de trabajo”.
Sin embargo, creo que las críticas de sus compañeros de partido no están justificadas. El señor Granado es un socialista, y también una persona inteligente. Lo que hace, por ello, es colocar en primer lugar lo que parece una durísima autocrítica de un verso suelto del Gobierno con quien estamos dispuestos de entrada a simpatizar, incluso con una comprensión especial si atendemos a la circunstancia de que Granados estaba él mismo en ese Gobierno tan “fatal”. Pero, ¿qué otra cosa se puede decir de una Administración bajo la cual aumentó el paro de modo tan escandaloso? ¿Sería tomado en serio alguien que afirmara “lo hicimos estupendamente”?
El desempleo es el gran fracaso de los socialistas, y el secretario de Estado lo maneja con destreza: tras reconocer que lo hicieron “fatal”, plantea dos argumentos interesantes. Por un lado, compara su gestión no con la del Partido Popular sino con la de otro político socialista, muy exitoso electoralmente y lo suficientemente lejano como para que el público no lo recuerde con total precisión. Y, por otro lado, en diestra retórica, argumenta que lo malo que hicieron los socialistas en 2008 fue “dejar que se destruyeran” millones de empleos. Es decir, no los destruyeron ellos, con sus políticas antiliberales, el pecado no fue de acción sino de omisión: ellos pudieron haber evitado esa catástrofe del empleo, pero, ay, se distrajeron y no lo hicieron.
Naturalmente, sabían cómo hacerlo, porque lo hizo Felipe González: con flexibilidad en el mercado de trabajo, lo que es una poco sutil forma de reconocer que no hay que cargarse la reforma laboral, aunque tampoco liberalizar del todo el mercado; Granado empleó el lenguaje colectivista habitual y se refirió a mantener unido el pelotón “aunque sea corriendo menos, ganando menos dinero para evitar que se descalifique a una parte muy importante de los trabajadores”.
Los argumentos de don Octavio son dudosos, porque no es evidente que, dada la burbuja que explotó en 2007, habría sido posible evitar en el corto plazo un gran salto en las cifras de paro. En cambio, lo que no es dudosa es su posición políticamente correcta a propósito de las pensiones. Sostuvo que España necesita más inmigrantes, mejores salarios, y más políticas de apoyo a las familias, etc. Eso sí, dejó muy claro que en ningún caso España necesita menos impuestos; quienes lo recomiendan son según él unos mentirosos, porque la única solución para las pensiones es crujirla aún más con impuestos a usted, señora. Es decir, el señor Octavio Granado es un socialista. Q.E.D.