El martes pasado La Brújula de Onda Cero nos brindó una gran noche de toros. A raíz de la propuesta de Podemos en Andalucía sobre la jornada laboral del ganado, que fue criticada en el programa, el diputado de Equo en Unidos Podemos, Juan López de Uralde, se había quejado días atrás en twitter. El director de La Brújula, Juan Ramón Lucas, le dio la oportunidad de analizar esa propuesta, que según él no era disparatada. Y fue una noche inolvidable.
De entrada, Uralde no quiso hablar del asunto en cuestión, que calificó de anecdótico, sino de los derechos de los animales. Y de ahí se pasó a la condena de la caza. ¿La prohibiría? Salió por los cerros de Úbeda hablando de que la sociedad va dando la espalda a esa actividad, lo que no es evidente en este país de cazadores. Uralde no quiso arriesgarse a proponer acabar con la caza, pero cualquier oyente del programa pudo sacar la conclusión contraria.
En los toros sí apostó por su prohibición, con el habitual argumento del “sacrificio sangriento de un animal”. Se apoyó en lo que dio por sentado de modo incuestionable: la sociedad se aleja de la tauromaquia. Para desgracia de don Juan, el que no se alejó fue Chapu Apaolaza, que entabló una discusión con él que lo dejó bastante mal parado.
Empezó preguntando de dónde sacaba el líder ecologista ese alejamiento, y no respondió, habló de “encuestas”, perdiéndose en un asombroso razonamiento según el cual si los enemigos de los toros son sumados a los indiferentes, entonces son mayoría y se puede prohibir la tauromaquia. Dejando de lado este disparate totalitario, lo cierto es que, más allá de la manipulación de los medios de la izquierda, la asistencia de los españoles a los toros ha aumentado en esta década.
No fue capaz Uralde de explicarle a Chapu por qué es bueno que no se sacrifiquen ballenas pero sí atunes, y pidió un referéndum sobre los toros, sin percibir lo absurdo de esa estrategia evasiva.
Al final, típicamente, Uralde se quejó de que se había tratado el tema “sin profundizar, como me temía”. Juan Ramón Lucas no se tragó ese anzuelo y le hizo notar que el programa le había dedicado tres cuartos de hora, siendo su partido muy minoritario. Y que menos lobos, vamos.