He leído en la prensa políticamente correcta la expresión “neoliberalismo salvaje”, y conjeturé que la izquierda está buscando una salida que no la fuerce a arriar todas sus banderas antiliberales, y la puede encontrar en el viejo camino intermedio entre libertad y coacción. Así, dirán que no son comunistas, solo faltaba, pero tampoco son liberales, por aquello del “neoliberalismo salvaje”.
Habrá que recordar una vez más que, en su caudalosa sabiduría, Aristóteles aplaudió el punto medio solo si equidistaba de extremos análogamente nocivos. En otro caso, estar en el centro carece de mérito y puede ser un vicio clamoroso. Entonces, como el comunismo es sin duda un mal, se recurre a un extremo supuestamente similar en su perversidad: el neoliberalismo salvaje. Como si la libertad fuera perjudicial, o el exceso de libertad causara males comparables a los de la esclavitud del socialismo real. Hay que cultivar con esmero el fanatismo para establecer esa topografía ideológica. En mi Argentina natal lo hicieron los peronistas, con su antigua consigna: “Ni yanquis, ni marxistas: ¡peronistas!”. Otra vez, como si fuera loable estar tan apartado del Gulag como de Nueva York.
Obsérvese que no se trata simplemente de sumar peras con manzanas, o de afirmar a la vez una cosa y la contraria. Esto es bastante frecuente en política. Lo practican en masa quienes hablan de liberalismo social, tanto mercado como Estado, propiedad privada con responsabilidad social, etc. Siendo contradictorio, no es tan notable como equiparar el salvajismo de la Unión Soviética con el de Estados Unidos.
Lo interesante del caso no es solo lo burdo de la maniobra que solapa el liberalismo con el salvajismo, sino el éxito que ha tenido. Una búsqueda en Google lo certifica a ojos vistas. “Capitalismo salvaje” arroja 375.000 resultados, “liberalismo salvaje” y “neoliberalismo salvaje” 11.300 y 50.100 respectivamente.
Y ahora, agárrese usted. La búsqueda de “socialismo salvaje” apenas me arrojó 4.460 resultados. Y tecleando “comunismo salvaje” obtuve ayer unos magros 4.030.
Restreguémonos los ojos. Entre el salvajismo comunista y el salvajismo socialista no llegaban ni a 8.500 resultados. Cien millones de trabajadores fueron asesinados en el último siglo en nombre del socialismo, en países socialistas y con políticas socialistas —es decir, antiliberales y anticapitalistas. Pero parece que lo que es salvaje de verdad es el liberalismo, eso sí; o el capitalismo, eso también.