La portada de El País remitía al suplemento Ideas con estas líneas: “Multinacionales influyentes y flexibles dominan el mundo”. El reportaje de Cristina Galindo advertía de que hay empresas cuya dimensión supera la del PIB de muchas naciones, y las comparaba con las compañías de Indias.
Pero estas compañías no fueron un producto del mercado sino una creación política: el poder concedía a unas personas el privilegio de comerciar en exclusiva con las colonias. Por eso, porque no eran empresas de verdad, Adam Smith criticó duramente a la East India Company en La riqueza de las naciones (el artículo asegura que la metáfora de la mano invisible pretendía “expresar la supuesta capacidad autorreguladora del mercado libre”; no era así en absoluto).
Las nuevas empresas que según escribe la señora Galindo nos dominan son flexibles, y esto le parece peligroso: “Amazon no es solo una de las empresas que más han crecido en los últimos años, también es de las que más se han diversificado: ¿Se está haciendo Amazon demasiado grande?”. Si las empresas más grandes están en los países más ricos, igual no es una mera coincidencia.
Pero el objetivo es avisarnos de los riesgos que comportan las nuevas empresas, porque manejan mucha información: “hoy los datos son un activo esencial”.
No se trata, por supuesto, de negar la necesidad de proteger a los ciudadanos de todos los abusos, incluidos los de cualquier empresa, pero lo llamativo es que los avisos contra las empresas no se trasladan con igual aprensión hacia los Estados.
El catedrático de Filosofía Política Daniel Innerarity se preguntó dramáticamente: “¿Quién manda aquí?”. Su tesis también es que el poder “en buena medida, se ha desplazado del Estado-nación a conglomerados anónimos que tienen una localización incierta, escapan a las obligaciones de control político y no han de dar cuentas ante ningún electorado”.
Por extendido que esté el razonamiento, no resulta menos absurdo: las empresas sí están controladas por los Estados, que las vigilan y les cobran cada vez más. Nunca los Estados han sido más grandes, aunque al profesor Innerarity le preocupa que vivamos en “un mundo desbocado, fuera de control”. ¿De verdad cree don Daniel que Amazon tiene más datos, más control y más poder sobre la gente que la Agencia Tributaria?