Mariana Mazzucato, siempre idolatrada por el pensamiento único, declaró en una entrevista en El País: “Es muy importante que no haya otra ola de austeridad”.
Por su intervencionismo ha sido felicitada por el Papa, y El País la saludó porque “defiende un Estado fuerte, ambicioso, que sea capaz de innovar y crear riqueza”. Ella ignora, como suelen hacer los políticamente correctos, la característica misma del Estado, que es la coacción, y sus consecuencias. Si no lo hiciera, su discurso se derrumbaría.