Esta columna se ha hecho eco en el pasado de la labor de Francisco José Contreras, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla, que ha pensado mucho y bien sobre liberalismo y catolicismo, y sobre el papel de la familia. Infatigable, ahora regresa como editor de un interesante volumen que publica en Barcelona la editorial Stella Maris: El sentido de la libertad. Historia y actualidad de la idea de ley natural.
R. Ramos Barceló se ocupa de esa idea en la Antigüedad y la Edad Media; F. Carpintero hace lo propio con la Edad Moderna; V. Bellver aborda la bioética y la dignidad de la persona; y E.A. Gallego analiza la familia como institución natural.
Tres de los siete capítulos corren a cargo del editor, que revisa los derechos humanos como versión moderna de la ley natural, desde el siglo XVI hasta la actualidad, y pondera sus problema de fundamentación, un asunto relevante cuando hemos vivido en las últimas décadas una explosión de derechos a la vez que el Estado se ha expandido como nunca antes, invadiendo y quebrantando los derechos clásicos.
La claridad en estos asuntos es capital, porque la hipertrofia de los derechos acaba trivializándolos y socavando las bases de la libertad individual. Lo intuyó Jacques Maritain, que participó en la redacción de la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU en 1948, y que apuntó, receloso: “Hemos convenido en la existencia de estos derechos…a condición de que no nos pregunten su por qué”.
(Artículo publicado en La Razón.)