La corrección política descubre acaso su faz más siniestra cuando pretende cambiar el lenguaje. Producto liberal, fruto de la evolución e interacción espontánea de las mujeres y los hombres libres, el lenguaje es creación voluntaria del pueblo. Incluso las academias lo reconocen, al especificar, como la Española, que su labor es limpiar, fijar y dar esplendor al idioma. Pero no crearlo.