La revista Selecciones del Reader’s Digest, que leía en mi infancia porteña porque estaba suscrito a ella uno de mis abuelos, tenía y sigue teniendo una sección titulada “La risa, remedio infalible”. El humor tiene esa capacidad terapéutica, sin duda, al menos como consuelo.
En todas las dictaduras ha existido, aunque, lógicamente, en las comunistas de manera particularmente subterránea, dada su conocida destreza genocida. Difícilmente se habría publicado en China, por ejemplo, este chiste sobre la muy popular (en Occidente, claro) Revolución Cultural: “Todo va muy bien con el presidente Mao. Ahora sólo nos falta comer”.