Pasado un año de la muerte de George Floyd, el policía que lo mató, Derek Chauvin, fue declarado culpable de asesinato, y un juez de Minnesota lo condenó a 22 años y medio de prisión.
Si la responsabilidad es crucial para poner coto a los excesos de la policía, hemos visto también posiciones extremistas desde una izquierda radical que ganó fuerza en la última década con el movimiento Black Lives Matter, y que intenta, y a veces consigue, que la policía abandone sus labores de protección, no utilice armas, o incluso se reduzcan sus efectivos y financiación.