La disputa con la Unión Europea a cuenta de las ayudas al sector naval es una nueva demostración de que el Estado abraza como los osos. Una y otra vez asistimos a espectáculos inquietantes, pero, trátese de energías renovables o de buques, la trama de suele ser parecida.
La historia se repie
Los propios Gobiernos estimulan artificialmente una actividad, y orientan hacia ella que generan empleo, salarios, beneficios y alegría general. En un momento determinado, ese flujo de inversiones se interrumpe, por causas que pueden ser diversas, desde que se acaba la financiación o las ventajas de una actividad inflada por las propias autoridades monetarias y fiscales (caso de la construcción o las renovables), hasta que brotan tensiones políticas, como ocurre con la naval, pillada entre poderes nacionales y europeos.