Sospecho que el ejército deflacionista puede batirse en retirada este año. Como se recordará, desde los Krugman de turno hasta el más modesto de los repetidores del pensamiento único intervencionista (los supuestos expertos o intelectuales, que Hayek llamó second-hand dealers in ideas), han insistido en que estábamos seriamente amenazados por una deflación que tendería a agravarse con el tiempo.
Los que, a la luz de la teoría, la evidencia empírica y la historia económica, que sugieren la escasa probabilidad de una deflación perdurable en la práctica y la escasa solvencia analítica de los argumentos que demonizaban la deflación, fuimos mirados con displicencia. Nos pasaba algo parecido cuando osábamos conjeturar que la política monetaria de la Reserva Federal no era mucho mejor que la del BCE en su pretendido impacto positivo sobre la actividad económica. Ahora el PIB ha vuelto a contraerse en EE UU en el primer trimestre, por tercera vez desde mediados de 2009, pero los intervencionistas siguen erre que erre, y el dicho Krugman está feliz ante el triunfo de Podemos, que augura, según él, el colapso de la malvada austeridad europea. En fin.
Faltan dos semanas para conocer el dato definitivo de la inflación de mayo en nuestro país, pero la estimación que adelantó el INE ayer sugiere una decaída apreciable de la famosa deflación, de cuatro décimas, hasta una variación negativa del 0,2 % en mayo. Nótese que estos datos son interanuales, con el efecto de la disminución en los precios de los combustibles, pero si miramos la inflación en tasa intermensual, los precios aumentan en nuestro país desde febrero, aunque los datos interanuales lleven casi un año en negativo.
Si miramos la inflación de mayo con respecto a abril, subió un 0,5 % (un 0,4 % IPCA). Señaló Expansión: “Este estirón del 0,5 % es el mayor alza en este mes desde el año 2007, cuando los precios se incrementaron un 0,7 %”.
(Artículo publicado en La Razón.)