No es ningún secreto que la cuestión catalana está provocando importantes sacudidas en la izquierda. Hoy me limitaré a analizar un ejemplo de socialismo antinacionalista, a raíz de las ideas de Josep Borrell, representante destacado de esa forma de pensar dentro del PSOE.
En su brillante discurso de Barcelona, Borrell dejó esta frase célebre: “Las fronteras son cicatrices que la historia ha dejado sobre la piel de la tierra, grabadas a sangre y fuego. No levantemos más.”
No puedo estar más de acuerdo en su ataque a las fronteras, pero no son creación de “la historia”. En realidad, como sabe Borrell y sabe cualquiera, son creaciones del poder político.
Después figura una sentencia enigmática. En efecto, porque si el mensaje es “no levantemos más”, parece como si las ya levantadas estuvieran bien. Aquí hay un problema lógico evidente. Si estamos en contra de las fronteras, y aludimos a los desastres que perpetraron los políticos en su defensa, ataque o expansión, no se entiende bien por qué defendemos las que ya están. Unas interesantes declaraciones de don Josep a la Sexta nos iluminan sobre su perspectiva, y sobre por qué hace muchos años, Felipe González y otros compañeros le llamaron jacobino, lo que a él mismo le pareció “un piropo”.
En la Sexta dijo lo siguiente: “En el mundo globalizado los poderes económicos son cada vez más poderosos. Si la economía se hace internacional, y la política cada vez la hacemos en trocitos más pequeños, es decir, con menos poder, la política perderá la batalla frente a la economía, y habrá más desigualdad, y más injusticias. Por eso yo no soy independentista. No quiero partir la soberanía a trozos, al contrario, la quiero unir en un trozo más grande, porque es la única forma de hacer frente al poder del mundo globalizado”.
Si hay un motivo por el cual los liberales tenemos a menudo el corazón partido sobre el nacionalismo, es esta tremenda alternativa de Borrell, que lo que quiere es combatir el nacionalismo con aún más coacción política. Su argumentación, muy extendida en la izquierda, es que padecemos un grave problema que son “los poderes económicos”, a los que asimila con una amenaza gravísima a la que hay que “hacer frente” nada menos que en una “batalla”. Vamos, como si de verdad Amancio Ortega fuera un peligro para usted, como si de verdad Apple y Amazon le quitaran a usted el dinero a la fuerza y violaran su libertad. Como si de verdad se consiguieran la justicia y la igualdad convirtiéndonos a todos en aún más sometidos a la política.
Por recurrir a un ilustre humorista catalán, si las alternativas son los independentistas antiliberales de Puigdemont y los estatistas antiliberales de Borrell, recuerdo el viejo chiste de Eugenio y pregunto: ¿pero hay alguien más?
El poder económico se hace más peligoso en la medida en que aumenta el poder político y viceversa.
Si los políticos perdieran la capacidad de regular y de otorgar licencias quien iba a querer sobornarles?