Nos puede doler mucho a los amigos de la libertad, pero Fidel Castro fue un político de éxito en el mundo capitalista.
Dentro de los países en los que gobernaron, los comunistas dieron rienda suelta a una de sus dos características fundamentales: la violencia. Ningún sistema político asesinó a tantos trabajadores. Los comunistas acabaron con ellos a tiros, los sepultaron en terribles campos de concentración, y los mataron de hambre: las más mortíferas hambrunas padecidas nunca por el hombre fueron producidas por los comunistas, y fueron consecuencia de sus políticas anticapitalistas, a partir de las que aplicó Lenin hace casi un siglo.
Fuera de los países a los que sometieron dictatorialmente, los comunistas aplicaron sobre todo su otra característica fundamental: la mentira. Y con éxito. Hablando de campos de concentración, pruebe usted a recordar alguna película que haya visto sobre los campos de concentración comunistas, sobre las matanzas comunistas, sobre el hambre que provocaron los comunistas. Casi ninguna ¿verdad? Pues si eso no es un éxito, que venga Marx y lo vea.
El ex juez Baltasar Garzón es un héroe de los derechos humanos, es decir, del camelo conforme al cual se llama defender los derechos humanos a perseguir a Pinochet y a no haberle tosido jamás a Fidel Castro. Las dos cosas juntas definen los derechos humanos, y expresan el espectacular éxito de los comunistas en sus mentiras. Si le gusta a usted la literatura, le bastará con recordar que a Borges le negaron el Premio Nobel porque apoyó a Pinochet. Pero después se lo dieron a García Márquez, que respaldó la dictadura cubana hasta su muerte. A casi todo el mundo le pareció lógico y normal. Y así siguiendo…
O empezando, porque el éxito de Fidel Castro empezó antes de su entrada en La Habana el 1 de enero de 1959. Recuerdo de niño haber visto elogiosos reportajes en la revista Life sobre unos barbudos cubanos. En efecto, nadie hizo más por los criminales comunistas de Cuba que la prensa del país capitalista por excelencia, Estados Unidos, desde que Herbert Lionel Matthews, reportero y editorialista del New York Times, entrevistó a Castro en Sierra Maestra en 1957. El periodista, que fue crucial para convertir a Castro en un atractivo rebelde, insistió siempre que Castro no era comunista, y que lo único que en realidad quería era derrocar a Fulgencio Batista para celebrar…unas elecciones libres. En el lugar donde lo entrevistó, hay un monumento erigido por la dictadura en su recuerdo. Son comunistas, pero saben reconocer a sus amigos.
Dirá usted: es una excepción, porque la prensa siempre apoya el pensamiento crítico y la libertad. Piénselo mejor. Recuerde el tratamiento relativamente dulce que el comunismo suele recibir en los medios capitalistas. Y recuerde a Walter Duranty, que, junto con otros periodistas más famosos, en particular John Reed, brindaron un retrato idílico de los salvajes comunistas rusos de 1917. A ver: ¿en qué periódico trabajaba Duranty? ¿En qué periódico escribió unos reportajes repugnantes donde negó la hambruna generalizada que habían provocado los comunistas, siendo galardonado nada menos que con el Premio Pulitzer? Pues sí, claro que sí: en el New York Times.
Estimado Sr Rodriguez Braun,
Le leo en distintos medios, y le escucho atentamente en su programa en Onda Cero por las mañanas. Le oí recientemente un comentario que me cuesta entender: me pareció que criticaba Vd la noticia de que se controlarán los pagos en efectivos mayores de 1.000 € como medida contra el fraude. En países nórdicos está casi desapareciendo el efectivo. Todo ello puede ser muy eficaz en la lucha contra el fraude fiscal. Vd dijo «esto debe ser lo que llaman liberalismo»… Por qué razón estaría Vd en contra de esta medida?
Cordiales saludos
Porque la decisión de usar o no billetes debería de los ciudadanos, y no del poder. Y porque el fraude fiscal no se combate persiguiendo a los ciudadanos sino bajando los impuestos.
Como siempre claro y certero en su visión de los estados comunistas, por tanto poco se puede añadir. Sin embargo, al hilo de la cuestión que le plantea Pedro65 si me gustaría añadir un comentario: La gente de a pie piensa que esas «exitosas campañas contra el fraude fiscal» son un maravilla y que si este no existiera pues todos pagaríamos menos, lamento decirles que mi experiencia como administrador de empresas me ha enseñado otra cosa muy diferente, y me atrevería a decir que el autentico fraude fiscal no superara apenas el 20% de lo que como tal recauda la Agencia Tributaria. Y entonces ustedes se preguntarán y el otro 80% que es entonces? Pues sencillamente coacción, trampa, abuso de poder y autentico robo estatal. Así que no se crean todo lo que les dicen en la TV.