Una golondrina no hace verano, y mucho menos en el sector exterior, cuyos datos son reconocidamente volátiles. Con esa cautela, el entusiasmo de nuestras autoridades con las exportaciones de bienes del primer trimestre, y en particular del notable mes de marzo, es fácil de comprender. Los excelentes registros de las exportaciones vinieron acompañados también de aumentos en las importaciones, aunque menores.
La depreciación del euro tuvo, como era de esperar, un impacto claro en el salto de las ventas de nuestro país a naciones que no están en la eurozona. Sin embargo, cabe notar que también subieron, y casi un 10 %, las exportaciones a los países de la eurozona, donde obviamente el efecto de la depreciación del euro es nulo. Ha habido buenos datos de las ventas en otras zonas, como las del sector aeronáutico a mercados como Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudi y otras naciones de Asia.
Como España destaca por su dinamismo exportador por encima de otros países de la zona euro, parece que están interviniendo otros factores, y no sólo el abaratamiento de los costes energéticos, un elemento que también benefició a otros países, aunque quizá especialmente al nuestro.
La productividad, con todas sus sabidas dificultades de medición, tiene que haber operado también en nuestro favor, y ya no sólo con la dolorosa estadística del desempleo. La competitividad de nuestras empresas se ha fortalecido, y de ahí que no sólo exportemos más sino que también la economía en general crece, lo que sostiene la demanda de importaciones, como se observa en los rubros de bienes de equipo, bienes de consumo duradero e importaciones del sector del automóvil. En ellos vemos ejemplos de comercio dinámico intra-industrial, puesto que se trata de capítulos donde aumentan tanto las exportaciones como las importaciones.
El sector exterior, como digo, debe ser analizado con precaución, dada su volatilidad. Asimismo, los dos factores mencionados del tipo de cambio y el abaratamiento del crudo, ambos pueden darse la vuelta, por no hablar de perturbaciones de toda suerte en nuestros mercados exteriores. Sin embargo, sigue valiendo como dato positivo el ajuste de costes de nuestra economía, que está detrás de lo perdurable que pueda ser tanto el empuje de las exportaciones como de la actividad y, por tanto, de las importaciones. Igual llega el verano.
(Artículo publicado en La Razón.)