Desde que Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, recuperó el liderazgo del PSOE, está recibiendo muchas críticas por sus disparatadas propuestas y por sus bandazos. Es habitual, por ejemplo, reprocharle su “giro a la izquierda”. Creo que estas críticas están desenfocadas, porque parten de la base de que los políticos procuran servir al interés general, en especial el interés de los más pobres y desvalidos. Es decir, los tratan como si fueran la Madre Teresa de Calcuta.
No estoy diciendo que los políticos sean malas personas, aunque sospecho que en su fauna hay más malas personas que en otras (no puedo ocuparme de este asunto ahora, pero recomiendo el inquietante capítulo 10 de Camino de servidumbre, de Hayek, titulado: “Por qué los peores se colocan en cabeza”). Lo que digo es que los políticos no aspiran a ser la Madre Teresa de Calcuta sino a manejar la Agencia Tributaria. Su objetivo primordial es alcanzar el poder, no acabar con el hambre en el mundo. Están todo el rato alegando que su único propósito es promover el interés general, pero es más realista pensar que el interés que promoverán sin duda alguna es el suyo.
Con ese esquema hay que analizar a Warren Sánchez, y no reprocharle sus dislates y sus giros. Que son reprochables, claro que sí. Son desatinadas sus bobas consignas anticapitalistas, su intervencionismo rampante hasta el delirio en los salarios, la jornada laboral, la renta básica, la banca pública, la política industrial, etc. Pero la clave no es que sean disparatadas, que lo son, sino que se le reprocha a Warren que haya adoptado el programa absurdo de Podemos. ¿Y si eso es lo que le conviene para sus objetivos?
A propósito del reciente bandazo socialista, que ahora se opone al libre comercio con Canadá, editorializó Expansión: “hay que preguntarse qué tipo de Gobierno aspira a conformar el PSOE de Sánchez de la mano de Podemos si no es capaz siquiera de asumir los compromisos internacionales derivados de la pertenencia a España a la UE”. Esta en realidad es una pregunta retórica; no hay que preguntarse qué Gobierno quiere conformar Warren, porque es obvio: quiere conformar un Gobierno con él de presidente.
Para conseguir eso, lo que le conviene es quitarle votos a Podemos, y ha optado por lograrlo no planteando propuestas diferentes de las de Podemos, sino copiándoselas. Y a eso se dedica Warren. Puede que al final la estrategia no le salga bien, porque tendrá que reajustar sus mensajes en el futuro, dado que las elecciones no se ganan desde los extremos. Pero no es estúpida, sobre todo partiendo de donde parte, a saber, de un punto electoral bajísimo, que puede superar en próximas elecciones, con la colaboración de la decadencia de Paulita Naródnika y sus desconcertadas huestes de Podemos.
Por cierto, todos giran como Warren. Lo veremos el próximo día.