Lo que ETA sentiría de veras es perder el relato, y aparecer como lo que es de veras: una pandilla de asesinos que intentan justificar sus crímenes sobre la base de una combinación fanática e intelectualmente paupérrima de nacionalismo y socialismo. Sería el final que se merecen y el que quieren evitar a toda costa. Así se entiende su estrategia, y el comunicado de ayer, un nuevo y cínico globo sonda para evitar la verdad recurriendo al chantaje de decir que sienten de veras haber matado a alguna gente, pero, en fin, no fue totalmente culpa de ETA.
Proclama el comunicado: “Somos conscientes de que en este largo periodo de lucha armada hemos provocado mucho dolor, incluidos muchos daños que no tienen solución. Queremos mostrar respeto a los muertos, los heridos y las víctimas que han causado las acciones de ETA, en la medida que han resultado damnificados por el conflicto. Lo sentimos de veras”.
Aquí el truco está en pedir perdón y a la vez no pedirlo. Decir “ojalá nada de eso hubiese ocurrido” como si “eso” no fuera una responsabilidad exclusiva de ETA. Para eludir esa responsabilidad exclusiva recurren a la repugnante distinción entre las víctimas, según tuvieran o no “una participación directa” en un falso “conflicto”, pero de cuya existencia depende críticamente el relato de ETA.
Por eso intenta rescatar su pasado con conquistas políticas, como lo ha hecho en los últimos tiempos, y lo mostró Arnaldo Otegi ayer, hablando, otra vez, de un logro histórico cuando de lo que se trata es de conseguir nuevas ventajas políticas del “conflicto”, por ejemplo, pedir ese perdón mentiroso para sumarse a una eventual petición del PNV al Gobierno del acercamiento de presos etarras a cambio del apoyo a los Presupuestos.
Si no hay conflicto, entonces, por supuesto, no hay “lucha armada” sino solo salvajes asesinatos. Si no hay conflicto, los criminales no pueden pedir “respeto mutuo”. Si no hay conflicto, no hay “reconciliación”. Si no hay conflicto, ETA no tendría que pedir perdón a algunas víctimas sino a todas, y tendría que señalar a los culpables de los cientos de crímenes que están “impunes y sin resolver”, como apuntó el magistrado de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco. Si no hay conflicto, ETA tendría que pedir perdón por haber existido. Y eso sí que lo sentiría de veras.