A mediados de agosto murió en Madrid Enrique Fevre, una destacada figura del mundo empresarial de nuestro país, y un muy querido amigo mío. Había nacido en Buenos Aires en 1944, y muy joven partió al exterior, donde probó su destreza profesional primero en la banca en Suiza, después en Estados Unidos, como gerente de Banca Internacional en Chrysler Corporation, y finalmente en España, a donde lo destinó la empresa automotriz de Detroit. Arribó a Madrid en 1975.
Tras una brillante carrera en el mundo del automóvil, Fevre pasó al mundo del seguro, donde capitaneó con éxito la creación del grupo Axa en España, del que fue presidente, fusionando compañías y creando un holding con el Banco Bilbao Vizcaya. El resultado fue uno de los tres grandes grupos aseguradores en España.
El ímpetu empresarial de Enrique Fevre fue notable a lo largo de todos estos años, y también se mantuvo firme cuando había alcanzado una edad donde otros pueden jubilarse, y lo hacen. Fue muy activo en instituciones como el Círculo de Empresarios, el Spanish Institute y Junior Achievement España. Y fue fundador, accionista y presidente de Detector.
Esta importante biografía resulta más que suficiente para convertir a Fevre en una figura admirable. Pero además era algo bastante más importante: era una muy buena persona y un gran amigo. Descanse en paz, Enrique Fevre, y todo mi cariño para su viuda, Inés Obarrio Otamendi, sus hijos y nietos.
(Artículo publicado en La Razón.)