Dijo Ángel Gabilondo: “mi enemigo no es la riqueza, sino la pobreza”, pero después se opuso a esa idea. “Si la recuperación no es con igualdad no es una recuperación justa. La libertad sin justicia no es libertad. Eso de que puedes elegir…podrás hacerlo sólo si tienes medios”.
La noción de enriquecemos todos por igual y a la fuerza es un dislate y nunca puede ser justicia. La falacia buenista de que si no tenemos recursos no somos libres elude la realidad de que todos tenemos recursos, y a menudo no podemos utilizarlos precisamente porque lo impiden quienes pretenden darnos “medios” a la vez que nos los quitan. Hablando de quitar: “Sé que es estupendo decir que se van a bajar todos [los impuestos], pero no me parece una buena idea. Es injusto. Cuando se bajan todos, se beneficia a los que tienen más”. Pero, vamos a ver, don Ángel, ¿no ha dicho que su enemigo no era la riqueza?
Otro cuento: “Nada hay más rentable que los servicios públicos. Sabemos que cuando se privatizan, salen más caros…¿O es que todo el mundo no piensa que se privatiza porque produce algún beneficio para alguien?”. Si producen beneficios, son sospechosos.
Y gasto, siempre más gasto: “Voy a crear el dentista de cabecera para los más jóvenes”. Lógicamente, lo habría hecho subiendo los impuestos, primero sobre los ricos, supuestamente sus amigos y, como eso nunca alcanza, sobre toda la población. Con igualdad, todos con la mano fiscal en la nuca. Esa debe ser la famosa justicia.
(Artículo publicado en La Razón.)